Emma y su jaula de cristal
Emma era a la vez belleza salvaje, descaro y bondad. Su rostro plagado de pecas era el origen de mil y una travesuras que se reflejaban en sus rodillas y manos magulladas tras trepar a los árboles, jugar con espadas de madera, usar su tirachinas o nadar en el río hasta que salía amoratada y tiritando del agua.
Decían que tenía un don para curar a todo tipo de animales malheridos. Perros, gatos, ardillas, liebres, pájaros carpinteros, y gorriones, entre otros muchos, fueron sus pacientes y amigos durante años.
Pero ella también creció, dejando atrás su infancia. Aquella niña indomable que siempre tenía la sonrisa en la boca, dejó de ser la mocosa que correteaba libre y asilvestrada por montes y pastos, y se convirtió en pasión y lujuria para las miradas depredadoras de quien no sabe dominar sus bajos instintos.
Y sus padres la casaron a la fuerza.
Ese mismo día, a sus veintiún años, el fuego de su pelo rizado y cobrizo se extinguió y sus ojos verdes se tornaron casi grises, como si estuvieran enturbiados por el barro. Emma no volvió a ser la misma.
Desde los grandes ventanales de aquella enorme ciudad, se pasaba las horas muerta en vida, mirando el paisaje de cemento que tanto odiaba. En su fuero interno aún soñaba con ser dueña de su destino y viajar por el mundo. Sueños intactos de niña en un cuerpo de mujer nacido por y para el pecado de un marido que saciaba en ella cada uno de sus fracasos como empresario.
Y mientras tanto, ella se marchitaba en su particular jaula de cristal. ¿De qué servían las joyas, los vestidos caros si no podía salir de casa sin el permiso de su esposo ni volver a su pueblo al otro lado del mundo?
Aquella combinación no podía traer nada bueno. Ella cada vez menos Emma y su marido cada vez más enfurecido y frustrado por su propia incapacidad empresarial la convirtieron en un guiñapo: mujer florero para eventos y juguete sexual por las noches.
Hasta que el pintor francés Jean Louis Roux** la conoció en una de esas fiestas insulsas a las que Emma era arrastrada por su marido, y se empeñó en retratarla.
Solo el artista supo ver a la Emma de verdad. La que se escondía tras el lujo del maquillaje y la ropa. Solo él descubrió el soplo de esperanza vibrar en los ojos de la mujer cuando la llevó a su casa en la campiña francesa.
Allí, en medio del campo, ella posó durante horas y se llenó de la luz natural que tanto había echado de menos. A cambio, él adornó aquel retrato con sendos cardenales alrededor de los ojos que le contemplaban desde el lienzo, porque supo indagar en la fragilidad de su musa y comprendió que esa tristeza no podía ser fingida.
Decidió titular el cuadro, Fantasía, pero nunca se atrevió a hacérselo llegar a Thomas, el marido de su retratada.
Varias décadas después el cuadro se vendió en una subasta por una auténtica fortuna. El representante de Jean Louis, ya fallecido, legó en su nombre, el dinero recaudado de esa obra a su legítima dueña. Y con ello Emma por fin pudo comprar su libertad.
Hoy a sus más de sesenta años vive feliz y sobre todo a salvo, en su pequeño pueblo de Castilla, acompañada de su hija, yerno y nietos.

Producto de esa etapa nació: www.fabricadeartesania.com
Afortunadamente, las letras regresan de vez en cuando a mi vida. Y no pienso renunciar a ellas, si puedo evitarlo.

Coincido plenamente en los sentimientos que originaron tu encuentro con el Blog de Gin y me alegro de tu participación en este primer reto tras las vacaciones.
ResponderEliminarEs un relato bellísimo y me ha encantado las explicaciones que das al final.
Encantada de leerte.
Un abrazo
La verdad es que el blog de Ginebra es realmente bonito sí. Nunca me cansó de mirar esas imágenes que comparte con nosotros ni de escuchar la música que añade al final de alguno de sus posts.
EliminarEn cuanto a mi relato me alegra que te haya gustado, Tracy, y también las explicaciones que añado al final. Gracias por pasarte por mi blog y comentar.
Un abrazo enorme.
Boa noite de domingo, querida amiga Rebeca!
ResponderEliminarQue conto interessante!
Começa com um teor e termina com uma metanoia sensacional.
Assim é a vida, muitas vezes.
Gostei muito.
Terminal a vida com filhos e netos é um sonho.
Tenha uma nova semana abençoada!
Beijinhos fraternos de paz
Muy buena la historia, me gusta la forma en que escribes tus historias, narras de una manera que atrapas al lector desde el principio hasta el final. La historia de Emma me hizo acordar a un tema de Ismael Serrano “Caperucita”
ResponderEliminarQue tengas un buen día!
Besos
Adoro esa canción de Ismael Serrano. Y ese disco es de mis favoritos.
EliminarPor error lo firmé como anónima, pero la de arriba soy yo. Adoro a Ismael Serrano y esa canción que mencionas es de mis favoritas, pero nunca se me hubiera ocurrido relacionarla con ninguno de mis relatos, así que es todo un honor que encuentres similitudes entre la historia de Emma y esa bonita letra de Serrano.
EliminarUn abrazo enorme y gracias por la visita y comentar.
Haces bien en no renunciar a las letras. Poco a poco todo vuelve y la historia que nos has dejado es muy bonita. Me ha recordado mucho a otra que escribí hace tiempo.
ResponderEliminarBesicos muchos.
¡Buenas, Nani!
EliminarAhora me quedo intrigada por saber con cuál de tus historias le encuentras parecido. Me encantaría poder leerla.
Un abrazo enorme.
Hola, Rebeca.
ResponderEliminarLo primero de todo, darte las gracias por unirte a los retos, y por la bonita mención que haces de mi blog.
Tu aporte, magnífico.
Se conjuga la fantasía propia de la historia, con un trasfondo que, en distintos ámbitos y épocas, no dista de la realidad que vivían muchas mujeres y que, desgraciadamente aunque en otros contextos, siguen viviendo.
Hermoso y dulce colofón.
Muy bueno.
Un placer contar con tu presencia y tu bella pluma.
Abrazo grande 💙
¡Qué alegría tan grande tenerte aquí, Ginebra!
EliminarMe quedo más tranquila sabiendo que te ha gustado y que cumplo los requisitos de tu reto. La verdad es que no tenía claro que el factor fantástico estuviera suficientemente explícito.
Muuuuuchas gracias por tus bonitas palabras sobre mi escrito.
Un abrazo enorme.
Hola Rebeca.
ResponderEliminarUna dura vida la de tu protagonista aunque, finalmente, pudo cumplir son sus sueños gracias a alguien que supo verlos a través de su dolor. Me gusta cómo reflejas esto al hacer que el pintor titulase el retrato como "Fantasía".
Un saludo.
¡Hola, Necco!
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar. Un placer tenerte por mi rincón. Respecto a lo que señalas sobre el título que el pintor de mi relato le da al cuadro, me sorprende y alegra que lo veas bajo ese punto de vista, yo no me lo había planteado así. Es más, me parecía que había quedado muy forzado para cumplir los requisitos del reto. Así que me quedo más tranquila.
Gracias y un abrazo enorme.
Supo verla en su realidad y fue valiente al retrarla.
ResponderEliminarMe alegra leerte, Rebeca.
Abrazo.
Y yo me alegro mucho más de tenerte por mi rincón, tejedora de Kipus.
EliminarUn abrazo enorme y gracias por la visita.
Qué lindo texto nos dejas, me ha encantado tanta sensibilidad y realidad al mismo tiempo. Pudo existir en verdad Enma , el pintor capta algo más que una musa.
ResponderEliminarFelicitaciones por tu aporte. Un besote, feliz noche.
¡Hola, Campi!
EliminarLo cierto es que la Emma de mi relato, por desgracia, podría ser cualquier mujer casada por obligación o sujeta a una vida que ella no ha elegido.
Mil gracias por tu visita y comentario. Un abrazo enorme.
Aquí nos muestras la maldición de la dependencia económica que encarcela a muchas mujeres. También la maldición. La cara oculta de la belleza, algo wue debería ser una bendición.
ResponderEliminarY tenemos que esperar un montan de años a que el karma haga justicia; si se presenta, que la mayoría de las veces no lo hace. Desolador.
He pensado usar tu misma imagen si le encuentro un hinal a una idea wue me asaltó al verla.
Acabo de ver la vinculación de lo de la cárcel con la camisa de la chica.
Abrazooo
Cierto todo lo que dices: quedan muchas desigualdades que relegan a la mujer a un segundo plano y la empujan a la dependencia económica de maridos, padres, hermanos.
EliminarEstoy deseando leer tu relato, Gabiliante. A mí también se me pasó por la cabeza, de manera fugaz, la idea de lo de la cárcel al ver su camisa, pero al final mi historia se fue por otros caminos.
Un abrazo.
Hola Rebeca. Me encanta tu aporte al reto de Ginebra.
ResponderEliminarHas escrito un precioso relato con pequeños detalles -estupendamente resueltos- que aportan brío y color a la historia y además con un precioso final... Enhorabuena!
Un abrazo
Muchísimas gracias, Milena. Un placer tenerte por aquí y que mi aportación te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Una historia llena de sensibilidad y emotividad. Me recordó un texto que titulé La musa hace tiempo. El final me gustó mucho, aunque sinceramente engancha desde el principio hasta el final. Un aporte con tintes que bien podrían ser reales. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola, Nuria!
EliminarEs curioso que menciones esa dualidad de ficción y realidad, porque es verdad que últimamente tiendo mucho a eso de manera inconsciente, incluso en mis escritos más sórdidos.
Un abrazo.
El pintor sabía "mirar".
ResponderEliminarUna historia que empieza mal pero que acaba bien.
Un abrazo.
Por algo lo llaman la mirada del artista, ¿verdad?
EliminarUn abrazo enorme.
Pero qué bonito relato nos has contado Rebeca, me maravillado. Qué mal lo pasó Emma al casarse, lo triste que vivió. Y cuando conoció al pintor la vida le iluminó cuando fue retratada por su pincel. Y qué bonito final. Me ha parecido precioso tu relato, te felicito.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Muchísimas gracias, María.
EliminarPor desgracia la historia de Emma tiene tantas dosis de realidad que podría ser la de muchas mujeres de nuestros días y no necesariamente de épocas pasadas.
Un abrazo.